Reflexiones sobre el COVID-19 y la indústria turística catalana
A lo largo de las últimas semanas, algunas voces han apuntado a una recuperación gradual de la industria turística que, en el mejor de los casos, podría volver al nivel pre-COVID-19 durante los primeros meses de 2021 (se puede consultar, por ejemplo, un resumen de las predicciones que realiza la prestigiosa consultora Deloitte aquí o aquí). Pero la pregunta que tenemos que hacernos es hasta qué punto estas predicciones pueden ajustarse a lo que sucederá. Obviamente, este tipo de estimaciones se realizan con la voluntad de ayudar a las empresas del sector a reducir la incertidumbre sobre las posibles consecuencias del COVID-19 y a planificar la dureza de los meses que vienen.
Sin embargo, estos estudios están elaborados a partir de unos supuestos, de unas conjeturas, sobre hecho que, a día de hoy, todavía son muy imprevisibles y, por tanto, resulta difícil creer a ciegas estas predicciones. Por otra parte, considero que hay tres factores que serán clave y que marcarán lo que acontecerá en la industria turística catalana en los próximos meses: posibles cambios en los hábitos de consumo turístico, la evolución de la economía global y la reputación de nuestro destino.
Ne primer lugar, es importante tener en cuenta qué pasará con los hábitos de consumo turístico. En los meses posteriores al desconfinamiento es probable que una parte de la población mundial sienta desconfianza para mantener el comportamiento turístico que tenía antes del COVID-19. No obstante, será determinante observar si los hábitos de consumo turístico estarán afectados por un choque pasajero o si experimentarán unas alteraciones drásticas y prolongadas en el tiempo. Aquí tendrá un papel fundamental la evolución que seguirá el COVID-19 en las próximas semanas y los posibles rebrotes que parece que se pueden producir a partir del próximo otoño y hasta que no llegue la deseada vacuna. Lo que acabe sucediendo en este comportamiento de consumo turístico afectará el mercado turístico mundial y, como no podía ser de otra forma, el catalán.
En segundo lugar, es fundamental ver qué sucederá con la economía a nivel mundial y, sobre todo, la de los países emisores de turismo hacia Cataluña. Si intentamos hacer una analogía con la crisis financiera del 2008, podemos extraer conclusiones erróneas. Durante los años siguientes al estallido de la burbuja inmobiliaria del 2008, la mayoría de países de nuestro entorno consiguieron salir de la crisis con más rapidez y eficacia que el Estado español. Este hecho, combinado con la inestabilidad política de destinos substitutivos como Túnez o Egipto, hizo que el número de turistas procedentes de países vecinos subiera como la espuma en Cataluña y en el resto del Estado y que el turismo se convirtiera en uno de los principales motores para superar la crisis. Sin embargo, los datos que acaba de publicar el FMI (ver aquí) hacen prever una crisis económica mundial con unos efectos en un corto período de tiempo superiores a la crisis financiera del 2008. Tasas negativas de crecimiento del PIB de entre 6,5 y 7,5 % en países como Reino Unido, Alemania, Francia o Estados Unidos, que a la vez son los principales emisores de turismo hacia el mercado catalán, pronostican consecuencias devastadoras en los próximos meses. No obstante, el mismo FMI prevé que durante el 2021 el PIB de estos países crecerá con tasas de hasta el 5,2%. Sea como sea, la evolución que siguen estas economías será determinante para el mercado catalán.
En tercer lugar, la reputación que quede de la gestión que está realizando el Estado español después de la crisis será decisiva para que el mercado catalán continúe siendo una atracción de turismo internacional. Hasta el momento, los datos ponen en evidencia la gestión que se ha hecho de la crisis que, a mi parecer, no ha estado a la altura de las circunstancias. Todo parece indicar que el confinamiento llegó demasiado tarde y, ahora, España está ya en el podio de los países con más muertos por millón de habitantes (ver aquí). Para el futuro de la industria catalana será fundamental acabar mejor de lo que se ha empezado la gestión de la crisis sanitaria.
Así pues, debemos mantenernos expectantes y ver cómo la evolución de estos tres factores –hábitos de consumo turístico, economía global y reputación del destino–, así como su interrelación, determinarán el futuro de la industria turística catalana. Entretanto, será fundamental que los gobiernos apliquen medidas que ayuden a las empresas del sector a sobrevivir los siguientes meses. No debemos olvidar que una gran parte de las empresas del sector turístico catalán son pequeñas y medianas y no están preparadas para aguantar muchos meses sin ingresos. Por tanto, mientras dure el confinamiento –imprescindible, de momento–y los meses difíciles que seguirán, los gobiernos deberían hacer todo lo posible para evitar problemas de liquidez que obligaran a una gran parte de estas empresas a bajar la persiana definitivamente. Asimismo, es importante recordar que nada hace pensar que la gente quiera renunciar a una de las prácticas más enriquecedoras de la vida: descubrir nuevos lugares, nuevas culturas, gracias al turismo. En este sentido, el mercado catalán, tarde o temprano, continuará teniendo mucho que decir, ya que ni el clima, ni el territorio, ni nuestro patrimonio turístico, ni los grandes profesionales nuestra industria (siempre que el gobierno les ayude) continuarán situándose donde estaban antes de la irrupción de este virus.
Dr. Oriol Anguera-Torrell, director del grupo de investigación GRATiR (Grupo de Investigación en Alojamientos Turísticos y Restauración)
Fotografía: Aeropuerto del Prat de Barcelona (autoría: Pop9000)