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La ciudad y sus espacios como punto de encuentro

14.07.2020
 
La ciudad y sus espacios como punto de encuentro

Vivir en un espacio urbano rodeado de personas implica, inevitablemente, convivir con los demás. Es bien sabido que las relaciones con las personas son complicadas y que, a menudo, no son tan cordiales como se espera. Esto, en el entorno urbano, puede deberse a que, justamente, la ciudad y sus espacios tienen usos variados y se desarrollan actividades muy diferentes. Los espacios públicos son receptáculos de patrimonio, pero también hay restaurantes, tiendas, teatros... Por lo tanto, los usos que se hacen de ellos y las expectativas que unos y otros proyectan muy a menudo no coinciden; mientras unos habitan allí, otros lo visitan. Este es el gran reto de la ciudad (turística): encontrar el equilibrio entre la vida cotidiana, el día a día de la gente que reside allí y el disfrute de la gente que la visita o la descubre.

En este sentido, la ciudad tiene espacios especialmente sensibles, que son los que conocemos como Espacios de Convivencia Turística (Coma-Quintana, Conill-Tetuà e Imbert-Bouchard 2017) y que se definen por ser espacios de la ciudad -tanto cerrados como al aire libre- que generan atracción turística y que se convierten en un punto de encuentro y de interacción entre la ciudadanía y los turistas o visitantes. El interés que generan es múltiple, desde el patrimonio cultural y gastronómico que encontramos, la actividad cultural que se crea, la arquitectura o el paisaje hasta la configuración del imaginario que se tiene de la ciudad. Y no sólo eso, sino que, precisamente, lo que los hace únicos es la cotidianidad que se respira, es decir, cómo viven sus habitantes y cuáles son sus rutinas. 

"La convivencia, el respeto, la ética y los valores del civismo son unos de los pilares base para el equilibrio entre la cotidianidad y las funciones turísticas del espacio"   

Por tanto, se trata de espacios que forman parte del escenario cotidiano de la ciudadanía y con los que los residentes establecen vínculos de estima y, en ciertas ocasiones, los identifican como espacios que les pertenecen. En un momento determinado, estos espacios se abren a la actividad turística y se comparten con los visitantes. Así, como decíamos, los Espacios de Convivencia poseen un alto valor patrimonial tanto material como inmaterial que los convierte en un reclamo turístico para los viajeros. Es en este punto que la convivencia, el respeto, la ética y los valores del civismo son unos de los pilares base para el equilibrio entre la cotidianidad y las funciones turísticas del espacio. Sin embargo, debería ir acompañado, indispensablemente, del cuidado y gestión de la ciudad y, en especial, de estos espacios, porque el hecho de convivir con gente que proviene de todas partes del mundo y compartir espacios de la ciudad que sentimos que explican nuestra historia permite que tanto unos como otros saquemos aprendizajes.

Un claro ejemplo de convivencia y transferencia de patrimonio intangible es el de la Fiesta Internazionale della Storia de Bolonia, momento en que el pasillo porticado que lleva a San Luca se convierte en un punto de encuentro y de intercambio cultural entre la ciudadanía y los visitantes, que participan del tradicional passamano per San Luca.

Marta Conill-Tetuà

Investigadora del grupo de investigación TURCiT del CETT-UB

Referencia:

Coma-Quintana, L., Conill-Tetuà, M., & Imbert-Bouchard Ribera, D. (2017). Los espacios de convivencia turística. In Ciudad Educadora y Turismo Responsable (pp. 143–159). Gijón: Trea.

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